PROLOGO ALBERTO ULLOA: El arte como metáfora de la vida.
Por CANDIDO GERON
De su libro Alberto Ulloa- Paraíso de las Invenciones
Alberto Ulloa es un artista de excepcional nitidez creativa. Sus obras se convierten en un enfoque cada vez más íntimo y más profundo en la realidad y lo imaginario. Se enfrenta a lo dionisíaco, a los laberintos de lo desapegado, a los espacios transgredidos, configurados para el mito, la caída, el purgatorio, el escape, el paraíso, las cuevas de donde brotan los silencios y los sentimientos más profundos.
El mundo todavía representa para él una revolución psíquica capaz de expresar la poesía más distante o cierta fundida en la materia pictórica, un aspecto que el espectador o el crítico de arte pueden percibir fácilmente. Ciertamente, sus obras tienen otras manifestaciones más vitales, como en el caso de la figuración existencial, mucho más liberado, mucho más lleno de recursos expresivos e incluso mucho más auténtico en sus posibilidades de alcanzar nuevas soluciones formales.
Parece claro que Alberto Ulloa es un romántico por naturaleza, un surrealista y un poeta. Esto nos permite, de cierta manera, percibir, incluso entre líneas, ese clima de actividad artística en el que afirma una experiencia que tiene sus raíces en el mito y el testimonio; "capaz de percibir, en una vida particularmente intensa (aunque esto solo sería internamente) y sensible, las pasiones, los sentimientos, las preocupaciones, las dificultades y las glorias de los hombres de su tiempo, y capaz de proyectar esta experiencia: es decir, capaz de expresarlo ". 1
Y visto las cosas de esta manera, su pintura no es una idea sino un hecho. Un hecho que está constituido precisamente por la materia y sin materia el artista no logra la construcción de un lenguaje y un código propio. El lenguaje es la referencia a la realidad circundante. El código es la autoexpresión del creador, el hecho crucial de confrontar esa realidad con los reflejos artísticos, las formas y la disposición del color tienen un resultado estético que, con la intervención del espectador, ayuda a descifrar lo que el arte esconde. En ese aspecto, Ulloa camina por el mundo en busca de su esencia.
Sus cuadros avalan su excelencia y el artista ha alcanzado un alto grado de perfección técnica que le permite una gran representación versátil, basada principalmente en la calidad de sus pinturas, dibujos, esculturas y cerámicas. El mérito principal de su producción artística reside en una temática crítica concienzuda y en una arquitectura bien trabajada de la imagen, porque Ulloa siente devoción por lo que hace, nada es excesivo en su creación; mantiene el gusto de observar y vivir, y esto le permite pensar y formular diferentes consultas relacionadas con la razón, la pintura, el dibujo, la escultura y la fabricación de cerámica. Todo esto, sin contar sus obras literarias, poesía, cuentos y novelas, forma una simbiosis de su producción pictórica.
Cierta analogía entre ambas ocupaciones. Pero el fenómeno no es tan simple, ya que Alberto Ulloa crea una separación a partir de conflictos existenciales y no tiene en cuenta adecuadamente el objeto. En este caso, sigue la interpretación de Paul Valéry, cuando afirma: "toda la arbitrariedad de la mente, ya que todo el vacío del espacio a cubrir es atacado, invadido y ocupado por una necesidad cada vez más precisa y exigente". Y agrega: "Es una maravilla lo poco que el alma necesita la mente para dar todo lo que exige y, por lo tanto, compromete todas sus fuerzas reservadas en la tarea de ser él mismo, que comprende que no lo es, por lo que es tan diferente poco de su estado más común, no quiere ser reducido a lo que normalmente es". 2
Como en el trabajo de Paolo Gasparini, Ulloa "trata de inventarse nuevamente en lo que hay e incluso en lo que no hay. De esta manera, el objeto y el artista son parte de un único proceso unificado e integrado. Estas son epifanías, fantasmas, ya que en las obras del artista dominicano, la vida se libera de las banalidades para abrir el camino al por qué y el cómo". 3
El trabajo del consagrado maestro de plásticos dominicanos, Alberto Ulloa, afirma notablemente los efectos de fuerza, energía y elementos de densidad; él pasa por una serie de adaptaciones y premisas básicas del expresionismo puro y abstracto, el dadaísmo, el impresionismo, el cubismo y el surrealismo. Su obra engendra la problemática de la realidad y el imaginario y se caracteriza por su doble movimiento analítico y sintético mediante el cual el artista revela la esencia de su creatividad.
Su arte no solo tiene la energía de una vida laboriosa sino también el ingenio de sus pasiones más violentas; de sus ideas originales, de los momentos en todas las creaciones en que se convierte en catarsis y todo trabajo es la expresión de las diferentes etapas de su propia vida. Esta es una metamorfosis, de un obstinado salvaje donde el artista intenta exaltar la materia y la ocupación con la finalidad de alcanzar la trascendencia universal.
Ulloa es un cazador de desafíos y fantasmas; mezcla en su obra la memoria y los silencios, las voces y el tiempo y, en una apuesta plural, emblemática, inventa todos los misterios de la vida, las cábalas más radicales y reveladoras del drama, el romanticismo y la vida apasionada del artista. Por otro lado, sus personajes se funden en la cofradía y engendra sus invenciones a partir de las discrepancias, de la paradoja, del odio y del amor. Lo hacen deliberadamente, para desestabilizar la ironía que aparentan o simulan, para procurar recrear un espacio, un escenario de estructuras dinámicas, donde el lenguaje plástico suple todos los sentimientos y todas las expresiones más inverosímiles, con tal de infiltrar todo tipo de subjetivismos.
Ulloa crea ciertas epifanías en muchos de sus personajes, si observamos con detenimiento la forma en que se metamorfosean las formas y sus colores emblemáticos, ecuación contrastante de sus tonos fosforescentes, metálicos y pasteles, donde predominan el rojo bermellón, el azul ultramar, los amarillos, los ocres, los grises, los negros y los blancos; en tanto que el trato de asumir el desafío de la composición en un afan desmedido, empenando siempre en explorar los límites de la materia pictórica y en crear propiamente una epica. Porque en la creación no puede prescindir del aspecto narrativo ni tampoco del lenguaje poético.
En sus personajes, observamos rupturas y tensiones, una pulsación implícita, y el lenguaje visual se coloca a partir de un universo privilegiado, donde las formas y el grafismo concitan un deliberado combate. Sus personajes nos asedian desde diversas dimensiones del cosmos; desde las cabernas de Lascaux y Altamira hasta tocar los ismos pictóricos más controversiales de la postmodernidad. En la obra de Ulloa se dan signos tempestuosos y su universo de colores, son verdaderas explosiones fosforescentes. Bajo ese influjo, las superficies de sus cuadros adquieren una especie de transiluminación.
Ulloa, como tal, es un romántico marginal, el prototipo de artista maldito, hechicero, seductor de formas y colores: creador de ficciones, evocador de tránsitos y descensos, donde la imaginaria envuelve la libertad de los sueños, las pasiones y las ideologías. La cosa mental en sus cuadros forma parte de los sentimientos del artista, de sus muchas miradas, de sus flujos con relación a la realidad y el drama existencial de su propia vida. Se trata de la aventura incesante en la que no deja de pensar en la acción del pensamiento y las pesadillas que produce todo arte con trascendencia. Por ello, su arte propone una utopía en crisis.
Cándido Gerón. Poeta, escritor, diplomático e historiador del arte dominicano.
Gerón publicó dos libros sobre el artista Alberto Ulloa. Se trata de Alberto Ulloa: Visionario Fantástico y Alberto Ulloa: El Paraíso de Las Invenciones.
1 "Arte en la III Bienal de París". Jorge A. Manrique, Revista "Palabras y Hombre" Universidad de Veracruz, Ene-Mar 1964, p.61.
2 "Teoría del arte nueva y antigua". Paul Valery, Enciclopedia de Arte de México. Instituto Nacional de Bellas Artes, México, 1985, págs. 76-77.
3 "Cuaderno de Arte", Instituto Nacional de Bellas Artes, México, 1985, p.4.